Solía ser chueca y creo que hay uno de mis pies que lo sigue siendo. Usaba plantillas y la relación con ellas era de amor-odio-odio, porque cuando me olvidaba de ponerlas en mis zapatos no sabía si estaba cómoda o si las extrañaba. Debe ser una percepción parecida a la de un preso cuando lo liberan.
Solía ser chueca y Agustina se ocupaba de remarcarlo en cada recreo durante toda mi primaria. No me gustaba caminar en frente de ella, así que en mi cabeza flotaba.
Un día dejé de usar plantillas. No se si es que ya no las necesitaba, o simplemente ya no las sentía como una extensión de mi cuerpo; lo único que se es que nunca me sentí “egresada del caminar”.
martes, 9 de junio de 2009
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