1995
Quiero la Sky Dancer. La vi por la tele, es un hada y vuela. Por una semana entera cada vez que Mamá llega del trabajo se la pido con los ojos bien abiertos.
Le digo a Estela que me lleve a la juguetería “solo para verla”. Hago lo mismo al día siguiente, con la esperanza de que le cuente a mi mamá cuanto la quiero.
A la semana la tengo, tiro del hilo, aterriza y se le cae la cabeza. Nunca mas vuelve a volar.
1996
Viene Papá a visitarme, no lo veo hace mucho. Me puse uno de mis vestidos con flores, giro rápido para que se infle.
Vamos a una juguetería, me dice que mi frente está igual que siempre; que eso le impresiona.
Me compra un juego de té color violeta con flores verdes.
Cuando llegamos a casa Mamá nos abre la puerta y yo entrecierro el ojo derecho y voy siguiendo las lineas que forman los hierros de la puerta con mi dedo índice. Me miran extrañados.
1997
Mi maestra me da un dibujo en el que estoy yo, sentada en una luna con una trompeta en la mano. Será porque en vez de escribir Jueves escribo Josefina.
1998
El novio de mamá me consigue una gata negra con ojos amarillos. Por dos días seguidos no sale de abajo de la cama. Me siento mal porque está incómoda, me acuesto en el piso y la miro, espero que se acostumbre a mi.
Mis primas vienen a conocerla, pero ella no sale. La entiendo, a mi no me gusta ir a la plaza.
1999
Por haber terminado la primaria mi Tía me compra mi primer perfume francés. Mis amigas en el viaje de egresados no me incluyen en los cuartos, me toca con chicas que no conozco y el perfume desaparece.
2000
Me regalan una vela en la kermesse del colegio. Fue porque estuve jugando toda la noche al bingo y no gané nada.
2001
Estoy convencida que la amistad no existe en grupos de ocho chicas. Yo tengo mis preferidas en distintos polos. Falto al festejo del día del amigo y me llega una carta de Maia desde Córdoba.
2004
Empieza la época negra de tragos regalados en la que no quiero saber que fama tuve
2005
Elijo cambiarme de colegio.
El nuevo parece un hospital. Me gusta que me den gratis carpetas y blocks de hojas.
. Mi mamá se va a vivir al campo y yo duermo con todas las luces de la casa prendidas. Me tranquiliza que Piru se acueste conmigo. Escuché una vez que donde los gatos descansan no hay espíritus.
2006
El verano naranja se convierte en Púrpura y ya no puedo salir sin medias a la calle. Tengo que comer carne y papa. Tengo el pelo rubio.
2007
Me entero que tengo una hermana mas grande. Decido obviar su nombre por un tiempo. Dicen que somos parecidas. Hago que no me importa.
2008
Abuela está internada y la vamos a visitar nosotras, “el elenco estable”, las cinco de siempre. Le pintamos los labios de fucsia y nos pasamos el rouge para estar iguales. Mi mamá pide el número de proveedor de tortas de la confitería del Hospital Británico, lo consigue y sube con brownies para todas.
2009
Retomo terapia con Agustín y me la paso hablando de parrillas libres. Le explico que en una dietética hay cosas ricas también, de las que engordan ,y que debería cruzar la calle para inspeccionar. Compro curry y le cuento al chico que me atiende que es para pochochos, me regala 50 gramos de maiz. Estoy contenta.
2010
Mi regalo del año de noviazgo lo elijo yo, otro par de zapatos rosas.
martes, 10 de agosto de 2010
jueves, 5 de agosto de 2010
Tengo un perro que se parece a un gato.
Lo vi con mis dos ojos, que se fueron para dos lugares distintos, como si no fuera solamente uno el que se me desvía.
El de la izquierda tomó el camino que estaba enredado, el de hace tres años, donde estaba ciego y camuflaba los pinchazos en caricias.
El otro miraba como hoy. Más abierto que nunca, desafiando a quien veía con un rimmel extra large que lo hacía perteneciente a una muñeca; cristalizado.
El mismo de la derecha giraba para todas partes, y sentía, como lo hizo una vez su compañero antes de camuflar, los pinchazos, las lágrimas.
Se unieron y se volvieron bizcos, se mezclaron, y ya no sabía cual era derecha y cual era izquierda. Se nubló todo, porque entre los dos uno sano no había. El deseo de ser uno de esos animales que no se sabe si existen, que tienen un solo ojo gigante; pero uno que no tenga cuernos quiero ser, que sea alado, con un solo globo ocular donde hay una mezcla de cristal y humo blanco; brillante.
El de la izquierda tomó el camino que estaba enredado, el de hace tres años, donde estaba ciego y camuflaba los pinchazos en caricias.
El otro miraba como hoy. Más abierto que nunca, desafiando a quien veía con un rimmel extra large que lo hacía perteneciente a una muñeca; cristalizado.
El mismo de la derecha giraba para todas partes, y sentía, como lo hizo una vez su compañero antes de camuflar, los pinchazos, las lágrimas.
Se unieron y se volvieron bizcos, se mezclaron, y ya no sabía cual era derecha y cual era izquierda. Se nubló todo, porque entre los dos uno sano no había. El deseo de ser uno de esos animales que no se sabe si existen, que tienen un solo ojo gigante; pero uno que no tenga cuernos quiero ser, que sea alado, con un solo globo ocular donde hay una mezcla de cristal y humo blanco; brillante.
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